martes, 20 de enero de 2009

Dieta post fiestas

Acabadas las fiestas empieza el combate para perder los kilos echados encima “colmando la oficina de nuestro estómago y mojando la canal principal”, en palabras más o menos cervantinas. Para dar ánimo y consuelo a quien se enfrenta a tan duro menester me ha parecido apropiado traer a colación un impreso valenciano -de esos que gustan al autor de La pasión por los libros y a otros amigos bibliófilos-, que nos narra un prodigioso caso de obesidad.

Francisco Mendoza en La pasión por los libros (texto de obligada y placentera lectura para todo bibliófilo) manifiesta que la afición a los impresos sueltos, pequeños folletos, hojas volantes, pliegos de cordel y a todo ese mundo que gira en torno a lo que antaño se llamaba con cierto menosprecio “papelote”, es la más selecta de las inclinaciones de los ciudadanos de la siempre bien concertada república bibliómana.


Bien cierto es que el carácter efímero de dichos impresos, su fragilidad y falta de protección los ha hecho infinitamente más raros que los hermosos y severos libros, vestidos con esplendidas encuadernaciones portando en sus planos las armas ducales o principescas de quien, por un espacio de tiempo, fue su propietario. La soberbia de esos ejemplares llama la atención hasta al más absoluto profano. Y como dice Pedro Salvá en el prólogo del Catálogo si un día se pierde el libro y cae en torpes manos, rápidamente el poseedor -admirado por la munificencia de la encuadernación-, no dudará que ha sido tocado por Fortuna y movido por la ambición presto lo llevará a librero o aficionado. ¡El libro se salvará por su encuadernación!

Un pliego de cordel, una hoja -como las impresas en Valencia en el siglo dieciséis tan raras como deliciosas con coplas jocosas del gran Juan de Timoneda-, son de rareza mucho más insigne que una hermosa copia, por ejemplo, de la edición del Quijote de la Academia, Madrid, 1780, encuadernada en lujoso marroquín firmada en su lomo por Antonio de Sancha (que no solo sabía imprimir buenos libros sino también vestirlos). Frente a la belleza, monumentalidad y primor de esta edición, se yergue desafiante el modesto impresillo -una o dos hojitas huérfanas -, pero que si tuviese el don de la palabra exclamaría con altanero orgullo: “¡soy ejemplar único!”, como las divisas que leemos en las armas de las recias y antañonas familias castellanas: “¡Después de Dios, fue la Casa de Quirós!”.

Miguel de Cervantes y Saavedra, El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha, Madrid, 1780, Joaquín Ibarra, 4 vols. fol. Ejemplar encuadernado en el taller del impresor Antonio de Sancha: Sancha Fecit (tejuelo inferior).

El folleto que presentamos es un impreso de dos hojas, dado a la estampa en Valencia, 1680. Narra la historia de la niña María Eugenia Martínez Vallejo nacida en 1674 en la villa de Bárcena, provincia de Burgos. A muy corta edad destacó por sus enormes proporciones y su peso desmesurado. Un grabado xilográfico con el retrato de la joven María Eugenia con seis años de edad ocupa toda la primera página del impreso. Posa como Dios la trajo al mundo sosteniendo un pajarillo en la mano al que no parece asustar las proporciones de su amita.

Anónimo, Relacion verdadera de vn gran prodigio de natvraleza, Valencia, 1680, Viuda de Benito Macé, folio, 282 x 190 mm. 2 fols.

Al verso del primer folio, continúa el título de la relación: "Dase cventa de la admirable diformidad de vna Niña Giganta, que ha llegado á esta Corte, natural de la Villa de Barcena, en el Arçobispado de Burgos: refierese su Nacimiento, Padres, y edad: la grandeza, y robustèz de su Cuerpo; y como la traxeron sus Padres à la presencia de nuestros Catolicos Reyes, y està en su Real Palacio. Con otras circunstancias que verà el Curioso".




CCPBE: referencia un único ejemplar que se encuentra en la Biblioteca de la Universidad Literaria de Valencia (¡no muy lejos del presente ejemplar!).

No en Salvá ni Palau.

La niña María Eugenia fue llevada a Madrid a la Corte del rey Carlos II en el año de 1680. Allí, de acuerdo con el uso y costumbre de los Austria, -tan inclinados a rodearse de personajes singulares: bufones, enanos-, fue ricamente vestida y mantenida, viviendo el resto de sus días. El pintor de la Corte, Juan Carreño de Miranda la retrató en dos lienzos que se conservan en el Museo del Prado: vestida y desnuda.



Juan Carreño de Miranda (1614-1685), La Niña giganta, también llamada La Monstrua, vestida y desnuda.

Recordará el ocioso lector como los medios de información dieron hace unos meses la noticia de un niño brasileño que sin llegar al año de edad pesaba más de veinticinco kilogramos. Los periódicos y televisiones del mundo reprodujeron la fotografía del “prodigio de naturaleza”. Nada nuevo hay  bajo el sol y los motivos de asombro de los hombres siguen siendo hoy los mismos de hace trescientos años.

8 comentarios:

Galderich dijo...

Un artículo que me ha emocionado.
Perfecto análisis de una hoja con un grabado espléndido con el añadido de las pinturas del Prado. Toda una historia de actualidad del siglo XVII.
Gracias.

PD: Sólo una pregunta. ¿Podrías (si informáticamente se puede...) permitir que la fotografia se ampliase al clickar encima?
Así podríamos leer los textos que también suelen ser una delicia.
A mi me ocurría que desde un ordenador se podía hacer y de otro no. Supongo que por razones que se me escapan o por configuraciones internas de los ordenadores. Si alguien lo sabe y lo comenta...

Rui Martins dijo...

Los “papelote”, tienen siempre un logar muy importante en todas la literaturas (en Portugal los “livros de cordel” son muy procurados y raros).
Un articulo muy bueno sobre uno folleto de grande raridad.
Como dice Galderich: ¿Podrías (informáticamente es posible...) permitir que la fotografía se ampliase al clickar encima? Así podríamos leer los textos que también suelen ser una delicia.
Saludos, Rui

Diego Mallén dijo...

Amigos Galderich y Rui: muchas gracias por vuestros comentarios. Estoy intentando ver como se puede acceder a la ampliación de las fotos o cambiar las que aparecen ahora por otras. Realmente lo interesante es el propio documento.
Saludos bibliófilos, Diego.

lamberto palmart dijo...

Amigo Diego, los pequeños impresos han recuperado el lugar que les corresponde. Su rareza dada precisamente por su fragilidad los hacen únicos. Alguno tan buscado como la "Historia lastimosa y sentida de los dos tiernos amantes Marcilla y Segura, naturales de Teruel, ahora nuevamente copilada y dada a la luz por Pedro de Alventosa, vezino de dicha ciudad" que Pascual de Gayangos dijo haber visto en el palacio de Blenheim, residencia de los Duques de Marlborough, según la reseña en la Historia de la Literatura española de Ticknor. Ya sabes que es la narración más antigua de la que se tiene noticia sobre los Amantes de Teruel, tan importante para los turolenses y en la relación con un familiar tuyo. Estoy convencido que serás la persona que descubra el ejemplar perdido; tal vez en uno de tus viajes por Londres.
En cuanto a tu pequeño impreso, su rareza esta aumentada por su temática. La teratología fue plato que solía acompañar a muchos libros de anatomía como la obra del Dr. Martín Martinez "Anatomía completa del Hombre" o "Embrilogía Sagrada" de Francisco Cangiamila y tantas obras europeas que tratan unicamente sobre accidentes de la naturaleza y otras rarezas como Aldrovandi, Liceti o Giambattista della Porta. Además consigues relacionarlo con un hecho histórico reflejado incluso con obras del Prado ¡fantástico!.
Una vez más un artículo de referencia.

Saludos bibliófilos.

Diego Mallén dijo...

Buenos días Lamberto: como hoy es festivo en Valencia, -acabo de ver pasar la procesión de San Vicente por La Paz en este día frío y brumoso-, tenemos tiempo para los libros. El día tampoco invita a salir a la calle. Muchas gracias por tus comentarios siempre generosos. Sería fantástico dar con ese pliego único sobre los Amantes. Pero es como buscar una aguja en un pajar.
Ya que hablas de Aldrobandi vi en París la semana pasada en Thomas Scheler, un ejemplar espectacular de su obra, 13 vols. folio, encuadernación en marroquín rojo con armas... el precio: no caben tantos ceros en este blog¡¡¡
¡Que tengas feliz día!
Saludos bibliófilos, Diego.

Anónimo dijo...

Aunque te leo desde el principio, nunca te había dejado un comentario. Sin embargo, esta vez no he podido resistirlo. Siempre me había llamado la atención esa mirada airada y triste de la niña del lienzo de Carreño, y no podía imaginar mejor manera de contextualizarla que tu artículo. Muchas gracias por dejarnos conocer este raro pliego, y saludos bibliófilos desde la meseta.

Anónimo dijo...

Hola! anche noi siamo impegnati nella dieta post feste...Un saluto dall'Italia.

Libri antichi e rari
Francesco e Claudia

Diego Mallén dijo...

Estimado Urzay, muchas gracias por tu palabras y me alegro que el artículo te haya sido de utilidad.
Saludos bibliófilos desde Valencia, Diego.