lunes, 2 de marzo de 2009

Feria del Libro Antiguo en Valencia.


Dos acontecimientos anuncian cada año en Valencia la llegada de la primavera: la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión instalada en la Gran Vía del Marqués del Turia y la primera mascletá, el día 1 de marzo, con la que se inicia la fiesta de las Fallas. 

Acudimos, pues, a visitar a los libreros con la esperanza de dar con alguna pieza interesante. Este año se ha introducido una notable mejora en la Feria: los casetones son más amplios y permiten moverse por su interior con mayor comodidad. 

Lo primero que llamará la atención al curioso paseante es el singular motivo que los libreros de Valencia han adoptado para el cartel que anuncia el evento: un dibujo a color de un paño de biblioteca sobre el que apoya una escalera. Los trazos del dibujo -libros, estantes y escalera-, son gruesos y toscos y uno no puede dejar de imaginar la biblioteca de los siete enanitos o de la cabaña de cualquier hobbit perdido ve tu a saber en que extraño reino... La influencia de la culturilla harrypotteriana es extensa. 

 Acompañado del cofrade y amigo Lamberto Palmart vamos saludando a bibliófilos y libreros (los de Valencia muy bien representados, varios de Madrid y la Librería Luces de Bohemia de Zaragoza). Todos acuden puntualmente cada año a esta cita valenciana. También saludamos a dos libreros fieles del evento: uno viene de Madrid y otro de Gerona a dar una vuelta por la Feria. 

Las conversaciones giran sobre lo habitual: los bibliófilos nos quejamos del precio de los libros, los libreros de la dificultad de encontrarlos, todos de la crisis actual. Tercia uno diciendo que mucha crisis pero la semana pasada alguien pagó en subasta veintiséis millones de euros por la silla favorita de Yves Saint Laurent (el mayor precio jamás pagado por un mueble del siglo veinte). 

Los que estamos afectados por el tristemente célebre asunto Cuenca nos preguntamos sobre las novedades en el juicio y los recursos presentados en la demanda civil: “¿Cuando se resolverá, hay noticias nuevas?”, ¡cinco años llevamos ya con este asunto!

Hoy domingo la Feria está muy transitada, a pesar del día gris y frío. Una figura desgarbada que corre veloz entre las casetas nos trae el recuerdo del bibliómano valenciano Avelino Diz, personaje estrambótico de Pío Baroja en su novela Aventuras, inventos y mistificaciones de Silvestre Paradox

Avelino solo coleccionaba libros en dieciseisavo, y los reunía por miles. Al comienzo de su pasión los leía y clasificaba. A medida que la enfermedad iba apoderándose de su alma, compraba y amontonaba sin más: “¿Qué ocupación puede tener un hombre que no sea la de comprar libros?” se preguntaba. Un día perdió la llave de su biblioteca. En vez de mandar llamar al cerrajero pensó: “¿Para qué? Hay una cosa más sencilla”. Y desde aquél momento lanzaba las nuevas adquisiciones por encima de la puerta, a través de un montante. En la biblioteca quedaban, -a la espera de ejecutar “un plan”-, cuya acción jamás llegaba. “Una vez quiso entrar en la biblioteca; descerrajó la puerta, pero se había formado detrás de ella un montón de tomos tan grande, que era imposible entrar”.

Puesto de la librería El Asilo del Libro.

En fin, nos reconfortamos al pensar que los síntomas de nuestra enfermedad bibliómana distan, todavía, de los del bueno de Avelino Diz. En El Asilo del Libro vemos una rara impresión burgalesa, Relación de Botero, de comienzo del diecisiete, en Rafael Solaz un precioso incunable salido de las prensas de Koberger con bella capitular miniada en oro, en Luces de Bohemia un raro impreso gótico en Alcalá del siglo dieciséis, Libro de los siete sabios de Roma en el qual se côtienê muchos y maravilosos exêplos y excellentes auisos, otro librero nos muestra un ejemplar de la edición de Ibarra de Re Militari de Vegecio… Disfrutamos revolviendo entre estantes y tabancos.

La librería de Rafael Solaz ameniza con la voz y música en directo de un cantautor la siempre agradable tarea de la búsqueda del libro deseado.

Y viendo y hablando de libros recordamos a Azorín en su obra Un pueblecito Riofrío de Ávila:

“Pero, ¿qué vas a hacer si no lees? ¿Qué vamos a hacer, tú, yo y tantos otros sino leemos a filósofos, poetas, literatos, autores de todo género y catadura? Leer: ese es nuestro sino” (pág. 159).

Azorín, Un pueblecito: Riofrío de Avila, Primera edición, Madrid, 1916, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes.

Comienza Azorín la obra, que dedica a Antonio Machado, con la siguiente reflexión: "En el otoño se celebra en Madrid la feria de los libros... ¿Qué sabemos las manos que han vuelto las páginas de este pobre libro? Nosotros mismos, en la soledad del campo, sin nuestros libros dilectos, hambrientos de lectura, ¿no encontraríamos también placer en la lectura de este volumen anodino? En parte, en gran parte, el libro es nuestro propio pensamiento".

En Un pueblecito.., Azorín rescata del olvido, la figura de un simpático cura ilustrado, don Jacinto Bejarano y Galavís, autor de una obra rara impresa en dos tomitos en 1791: Sentimientos patrióticos... 

Fue en una Feria de Valencia donde la fortuna puso en nuestras manos un estupendo ejemplar de esta obra, a cuyo autor Azorín bautiza como "el Montaigne de Riofrío de Avila".

Jacinto Bejarano y Galavís, Sentimientos patrióticos ó conversaciones christianas que un cura de aldea verdadero amigo del pais, inspira a sus feligreses, Madrid, 1791, Imprenta Real, 2 vols. 8º.
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El buen curita don Jacinto, abandonó la Corte de Madrid, su prometedora carrera y sus estudios eruditos cumpliendo con el voto de obediencia debido. Establecido como párroco en un pequeño pueblo escribió Sentimientos patrióticos... recordando la vida intelectualmente intesa de Madrid y Salamanca. Escribe Azorín: "¡Ah, qué gratos y atormentadores recuerdos, atormentadores y gratos a la vez, los de las tertulias de Madrid y Salamanca y los del curioso e instructivo huronear en librerías y bibliotecas!". Bejarano asume con sabia y dulce resignación su destino y nos deja una obrita profunda y deliciosa. Y recordándolo abandonamos por hoy las instalaciones de la Feria del Libro y nos encaminos hacia la plaza del Ayuntamiento a presenciar, escuchar y oler la primera mascletá de las fiestas josefinas.
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Valencia, 1 de marzo de 2009, dos de la tarde. Primera mascletá de Fallas, vista desde la calle de Correos.

6 comentarios:

Galderich dijo...

Dos paseos maravillosos por la Feria de Valencia la que habeis narrado Lamberto y tú.
Dos estilos y un mismo paseo, esto es la literatura misma.
Me quedo con tu frase:
“Pero, ¿qué vas a hacer si no lees? ¿Qué vamos a hacer, tú, yo y tantos otros sino leemos a filósofos, poetas, literatos, autores de todo género y catadura? Leer: ese es nuestro sino”
Como diría Apolonio: ¡Hay que leer más!
Un abrazo y espero poder compartir algunos momentos con vosotros muy pronto.

lamberto palmart dijo...

Magnífica narración de nuestra mañana de libros, con acertados apuntes, como el cometario sobre el cartel que publicita la feria. Espero que los "harrypotterianos", como tu los llamas, de hoy sean los bibliófilos del futuro. Acertado también el apunte sobre la silla de Yves Saint Laurent; ¡la de libros que se podrían comprar con ese dinero!. Y como no, que apropiadas las citas de los fragmentos de las obras de Azorín y Baroja.

Saludos bibliófilos.

bibliotranstornado dijo...

Me ha quedado una duda que es lo del asunto Cuenca, lo he buscado en tu blog y en google y no tengo pistas.

Diego Mallén dijo...

Fua una mañana muy placentera, amigo Lamberto que debemos repetir pues la Feria todavía dura unas semanas más. ¡Espero ver pronto tus adquisiciones en el blog! Aunque la lluvia este año es persistente. ¿Pero no dicen que hay cambio climático y sequía? ¡Pues aquí no para de llover!

Como veis soy adicto a ese gran olvidado que es Azorín, escritor sutil, silencioso. Os recomiendo la lectura de obras como Valencia, París, La Voluntad...

Amigo Galderich, ya has puesta cara y figura a los bibliófilos valencianos. Te esperamos en Valencia.

Saludos bibliófilos.

Diego Mallén dijo...

Amigo Bibliotranstornado: ten cuidado con tu pasión libresca que mira lo que le pasó a Avelino Diz.

Lo de Cuenca, como diría Borges, es la Historia de una Infamia. Va para cinco años que varios bibliófilos estamos en pleitos y juicios, tras sernos incautados por la Guardia Civil libros de nuestra propiedad, legítimamente adquiridos en pública subasta, por orden de un juzgado de Cuenca. Como el juicio no ha terminado prefiero esperar a su solución para comentar largo y tendido sobre el caso Cuenca. Cuando lo haga te garantizo que será más interesante y apasionante que El Nombre de la Rosa.

Saludos bibliófilos.

Marco Fabrizio Ramírez Padilla dijo...

Diego.
Envidia de la buena, nos causa tu amena narración. Hace unos años tuve la oportunidad de visitar la hermosa y hospitalaria ciudad de Valencia aunque desafortunadamente no coincidí con las fechas de la feria. ¿Cuál es el tiempo que dura la feria?
Saludos. Marco Ramírez.